domingo, 10 de abril de 2011

Cómics de la época oxidada






Fábulas drogotas, aberraciones de la naturaleza y el sexo, canciones de Reincidentes o Cicatriz, cualquier cosa era buena para reirse de todo el absurdo que nos rodeaba, y continua haciéndolo. Todos estos cómics nacieron con el nombre de "Akella casa al.lao del Cotolengo" en plan "Mis Terrores favoritos" aquella legendaria serie de películas de miedo que presentaba el Chocho Ibañez Serrador. Realmente eran las distorsionadas historias que se nos ocurrían alrededor del año 92. En plena carrera de BBAA, me fuí a vivir a Valencia, aun piso franco de la gentuza del pueblo. Este piso, era el 7º y se encontraba jusnto en frente de un Cotolengo (donde están la gente con deficiencias mentales, tipo mongoles y gente a la que alguien les gastó una gran putada al traerlos así a este mundo. Con sillas de ruedas y aparatos ortopédicos que les hacían andar sostenidos por los sobacos, tipo tacatac). Nos miraban desde su cárcel con la vista perdida y se decían: "...y esos están ahí fuera sueltos???" El hecho de vernos andar por encima de las paredes del tejado, en calzoncillos, lanzar tartas y miles de objetos por las ventanas, supongo que les haría pensar lo injusto de la vida. Allí se juntó lo peorcito de cada casa. Servía de refugio de gente que escapaba del pueblo. La gente dormía por los pasillos y nunca se sabía que podía pasar. Desde una guerra de sandías y cubos de agua por la escalera comunal; a incursiones vikingas en los huertos de la zona del Politécnico. Volvíamos a casa con kilos de cebollas, tomates, lechugas, etc...lo del tiempo, vaya. Nunca faltó droga, bebida y comida. Era un sistema de autoavastecimiento: la cantidad de cascos de cerveza, servía para ir a por más cervezas y así sucesivamente. Siempre había gente. El fin de semana una y entre semana otra. Volvías el lunes y había gente "tabicando" en tu cama. Yo tenía la sana costumbre de almacenar "cosas" para cuadros y mi cuarto era lo más parecido a un vertedero semilímpio, vaya. Trozos de motos, señales de tráfico, cubos de pintura, paraguas rotos, etc...podía encontrar cualquier cosa allí.
El Balú, el Carlitros, el Petro, el Ouero, el Juanillo, el Alfredo, el Psicólico, bueno...la Crem.
Después de aquel corrosivo año, decidí volver para el pueblo, sinó estaba seguro que no iba a acabar los estudios....

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